El por qué mucha gente aún defiende a Fidel Castro (con el Che Guevara y de todo su entorno) o en todo caso lo justifica, es producto del proceso de idealización de Fidel y compañia (no fueron los únicos) porque derrotaron al dictador Batista. Lo cual no asegura que quien derrote a un dictador sea precisamente un salvador, sino sea otro dictador más fuerte. Eso sólo puede verse antes o después, cuando tiene hambre de Poder o lo toma.
A continuación el artículo :
A partir de 1959, el régimen castrista estableció campamentos para “enderezar” a los “desviados” y a los “débiles”. El sistema de confinamiento duró hasta 1968.
Durante los últimos 20 años, historiadores, sociólogos, periodistas e investigadores de todo tipo han analizado con un espíritu mucho más crítico la revolución cubana y el papel a veces criminal que desempeñaron Fidel Castro y su famoso compañero Ernesto “Che” Guevara. La película “Mala conducta” de los directores españoles Néstor Almendros y el cubano Orlando Jiménez-Leal en 1983, así como la publicación del Libro Negro del Comunismo (1) en 1997 revelan la existencia de campos de internamiento en Cuba y terminan de enterrar la leyenda dorada que se endosa al Comandante.
Más recientemente, la adaptación de Julian Schnabel en 2000 del libro de Reinaldo Arenas Antes del Amanecer muestra la brutal represión y el encierro de los homosexuales. Como si el régimen no hubiera tratado simplemente de reprimir a quienes lo desafiaron, sino que hubiera tratado de “purificar” a la sociedad de sus “desviados”.
Y esto, desde el principio. En enero de 1959, el régimen de Batista fue derrocado por el movimiento del 26 de julio, dirigido por Fidel Castro y Ernesto Guevara. Los líderes de la revolución cubana, que comenzó esporádicamente desde 1953, marcharon por la capital el 8 de enero de 1959. Tan pronto como llegaron al poder, aparecieron los primeros campos de internamiento. La represión en los campos de ninguna manera es una “deriva” de la revolución, sino que es una parte integral del proyecto revolucionario cubano.
Contra la prostitución y la homosexualidad
Según Vincent Bloch, sociólogo e investigador de EHESS, la ideología que acompaña a la revolución cubana es un resumen de varias influencias, que favorecerán el surgimiento de estos campos. En primer lugar, el régimen de Castro se basa en un sistema legal híbrido: es ciertamente el fruto de una cierta continuidad (el Código de defensa social de 1936 se mantiene, al igual que la Constitución de 1940), pero está marcado por nuevos decretos ministeriales que establecen excepciones, así como “regulaciones” establecidas por la guerrilla en Sierra Maestra en 1958. La consecuencia, desde un punto de vista legal, “nunca se sale del estado de derecho previamente establecido”, subraya Vincent Bloch, “estamos más bien en un punto intermedio legal” que permite el surgimiento de estos campos de reeducación en el marco de un régimen que, aparentemente, no se opone a los derechos humanos.
Además, la ideología revolucionaria cubana, que se basa en una transformación proactiva de la sociedad, reúne varias corrientes de diversos horizontes históricos: higienismo, pensamiento positivista y un proyecto para la reeducación de las masas. De esta mezcla de pensamientos surge una voluntad que domina a todos los demás: la de “regular la sociedad”. Tan pronto como Fidel Castro llegó al poder, se lanzaron campañas de persecución para “limpiar” los modales. A principios de la década de 1960, las prostitutas y los homosexuales fueron arrestados masivamente, en particular durante la “noche 3 P” (para “proxenetas”, “prostitutas” y “pederastas”) en 1962. La Universidad de La Habana también organizó purgas homofóbicas en su profesorado.
Castigar los «crímenes contra la moral revolucionaria»
Desde 1959 y principios de la década de 1960, las estructuras represivas surgieron de manera desordenada, por ejemplo, granjas agrícolas cerradas. Se abren los primeros campos de trabajos forzados en la península de Guanaha (ubicada en el extremo oeste de Cuba).
El papel del Che en la construcción y puesta en marcha de estos campamentos sigue sin estar claro. Según Vincent Bloch, especialista en la revolución cubana, “hasta ahora ningún archivo ha confirmado esta información”, mientras que para el periodista Serge Raffy, que dedicó un grueso libro a Fidel Castro y la revolución cubana, el Che está directamente detrás de la apertura de estos campos de rehabilitación, con la intención de hacer de estos opositores de la revolución “nuevos hombres” (2). Régis Debray también acusa al Che Guevara de abrir los primeros campos de trabajos forzados (3). Estas estructuras llamadas “Guanahacahibes” (1960-1961) están destinadas a los trabajadores responsables de “crímenes contra la moral revolucionaria”, para redimir una conducta.
La necesidad de encontrar una pureza ideológica obsesiona al Che. Además, la creación de estos campos de trabajo es concomitante con la de las milicias, los comités vecinales, la policía política, etc. Si hoy no es seguro que el Che haya teorizado sobre el funcionamiento de estas estructuras de internamiento, es innegable que participa en gran medida, por su autoridad carismática y su estatus dentro de la revolución cubana, en el difusión de la idea de regeneración a través del combate y el trabajo. Según él, es una empresa que “recicla los desechos de la sociedad”, explica Vincent Bloch.
«El trabajo los hará hombres»
En 1963, Fidel Castro pronunció un discurso en el que utilizó por primera vez la expresión “Unidades de asistencia de producción militar” (UMAP). Fue en 1964 que se abrió la primera UMAP, un nombre oficial que disfrazaba el establecimiento de campos de internamiento y trabajos forzados. Todo tipo de enemigos de la revolución cubana están encerrados allí. Vincent Bloch, quien también es autor de Cuba, un universo totalitario (4), escribe: “En nombre de una moral confusa e incierta, hippies, homosexuales, Testigos de Jehová, artistas ideológicamente diversionistas son enviados a los UMAP”. Una empresa de propaganda colosal se organiza alrededor de los UMAP, presentada como una organización perfecta de la sociedad.
La sociedad purificadora también se traduce en una empresa de “re-virilización”. Por ejemplo, en las calles de Cuba y a fortiori en estos campamentos, “la policía cortó el cabello largo de niños y jóvenes que se atreven a mostrarse en público” (5). En la entrada de estos UMAP’s, un letrero dice: “El trabajo los hará hombres”. Para el régimen, lo que amenaza con debilitar la revolución son tanto los burgueses como los “débiles”, las prostitutas, homosexuales, antimilitaristas (demasiado frágiles para matar en nombre de la revolución) e hippies. Para servir a la revolución, es necesario reeducar a estas personas que podrían abandonar estos campos después de un año en caso de “buen comportamiento”.
La responsabilidad del régimen castrista
Según Martha Frayde, médica y disidente del régimen cubano, esas estructuras constituyen verdaderos “campos de concentración”, rodeados de alambre de púas, donde los hombres podían trabajar hasta 12 horas al día, dormían abarrotados en hangares y donde los homosexuales, los delincuentes, los discapacitados mentales, los disidentes políticos y los religiosos se mezclaron. Si bien las condiciones de vida varían ampliamente entre los campamentos, los casos de tortura, ejecución, suicidio e inanición son incuestionables. Roberto Ampuero, ex prisionero de las UMAP y autor de When We Were Revolutionaries refiere que las violaciones también eran comunes.
A pesar de las dificultades de los historiadores, ante la ausencia total de registros administrativos, para elaborar una evaluación cuantitativa precisa, las últimas estimaciones indican que hubo entre 25,000 y 30,000 prisioneros en las UMAP y cientos de muertos. Desde finales de 1967 y principios de 1968, se fueron cerrando gradualmente. En una entrevista con el diario mexicano La Jornada en 2010, Fidel Castro admitió que tenía que “asumir la responsabilidad” de estos abusos.
Notas:
(1) Stéphane Courtois (dir.), Le Livre noir du communisme, Robert Laffon, 1997.
(2) Serge Raffy, Castro l’infidèle, Fayard, 2003, p.466.
(3) Loués soient nos seigneurs, Gallimard, 1996, p.85.
(4) Vincent Bloch, Cuba, un régime totalitaire, L’âge d’Homme, Paris, 2006.
(5) Vincent Bloch & Philippe Létrilliart (dir.) Cuba, un régime au quotidien, Choiseul, Paris, 2011, 224 pages, p.108.
Anna Breteau
://www.polemicacubana.fr/?p=12704
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