A propósito de Chabuca Granda akella reconocida cantante de música criolla, kien nació hace 100 años un 3 de setiembre, también fan y defensora del dictador Augusto Pinochet, a kien el sentimiento nacionalista en Perú conmemora por su gran labor de difusión de esa ideología a través de la música criolla ke es la cuna musical del nacionalismo en Perú.
CHABUCA GRANDA Y CHILE DE PINOCHET (1977)
Después de una charla en el Club de Amigos de la UNESCO, llegamos al departamento de Neira los cinco acompañados de nuestro representante en Madrid, Germán Torres y su esposa, quienes nos habían ayudado bastante en esa presentación. Creo que quedaba cerca del Paseo La Castellana. Al llegar vimos que había otros dos invitados además de Hugo y su pareja. Quedamos gratamente sorprendidos de comprobar que estaba presente -acompañada de un guitarrista- nada menos que la célebre compositora peruana Chabuca Granda.
Chabuca conocía a Leonidas y estuvo muy cariñosa con él y le manifestó su sincera preocupación por los problemas que pudiera estar pasando por estar en el exilio. Era una mujer muy buena, pero sin mayor criterio político por lo que no tardó en recriminarlo por el uso de las palabras socialista y revolucionario en el nombre del partido. Si te gustan las siglas PSR, podrías haber formado el partido social reformista, le dijo con mucha seriedad. Hasta parece que quieres que te crean comunista, añadió. Los demás nos mirábamos incrédulos, pero Leonidas con tranquilidad y en tono muy cordial le retrucó lo que a su juicio era la razón de la fundación del PSR y cómo las siglas debían de ser la consecuencia del nombre y no al revés.
Poco después apareció otro invitado: Joan Garcés, intelectual y abogado valenciano que había sido uno de los asesores personales más cercanos a Salvador Allende en Chile y que había tenido que salir clandestinamente en los días posteriores al golpe de Pinochet. Se sabía incluso que Garcés había estado conversando con Allende en el Palacio de La Moneda muy pocas horas antes que los golpistas lo bombardearan, es decir, había visto al presidente socialista chileno poco antes de su muerte. Y también se conocía que desde su apresurado regreso a Europa, Garcés venía impulsando la posibilidad que el Pinochet fuera juzgado por delito de lesa humanidad.
Nada de eso tenía por qué saberlo Chabuca Granda.
Tampoco nadie de los presentes, incluido el propio Garcés sabía que 20 años después estaría impulsando en Madrid, acompañado de un grupo de abogados e intelectuales, el primer proceso judicial contra el exdictador, que derivó en la orden de detención a Pinochet dictada en Londres por el juez británico Evans a petición de su colega español Baltasar Garzón. Incluso, esa fría noche de otoño, Garcés no tenía ni idea que en 1993, cuando Estados Unidos desclasificara cantidad de material secreto sobre el golpe militar chileno, cruzaría el Atlántico para revisar minuciosamente esos documentos buscando antecedentes que le permitieran combatir a Pinochet en los tribunales.
EL MONÓLOGO DE CHABUCA
Pero volvamos al departamento de Hugo Neira en Madrid ese día de 1977. Al serle presentado, Chabuca le preguntó a Garcés si conocía América Latina y éste contestó que había vivido en Chile años atrás. ¿Desde cuándo no regresa allá?, inquirió nuestra genial compositora. Desde setiembre del 73 en que tuve que dejar el país, fue la respuesta precisa del español. Aunque no lo dijo, por sus palabras y el tono en que las dijo, resultaba un sobreentendido que la respuesta significaba que había salido de Chile a consecuencia del sangriento golpe contra Allende.
En esos momentos comenzó un diálogo o mejor dicho un monólogo que causó creciente incomodidad en todos los peruanos presentes, salvo por cierto en la célebre compositora que era la única que hablaba:
– Debería usted darse una vuelta por Chile…
– ¿?
– Ahora por fin se puede vivir con tranquilidad en Santiago…
– ¿?
– Antes no se podía caminar por la calles, una se topaba con marchas de protesta…
– ¿?
– Habían agitadores por todo lado…
– ¿?
– Era tal el caos que a los militares sólo les quedó intervenir para poner orden…
– ¿?
– Estuve hace poco en Santiago. Ya es otra la situación, a la gente se le ve feliz…
– ¿?
– Las calles están ordenadas, las paredes limpias, ya no hay afiches, ni pintas…
– ¿?
– Usted debería volver a Santiago ahora que ya todo está en orden…
En ese momento, intervino Hugo y cortó el monólogo. Con voz muy cariñosa, al mismo tiempo que le hacía una seña al guitarrista para que comenzara a tocar, le dijo a Chabuca: Por favor deja de hablar de Chile y habla de nuestro Perú en la forma que mejor lo haces: cantando…
Chabuca halagada comenzó a cantar, mientras todos respirábamos aliviados, Garcés –que por cierto sabía bien quien era su interlocutora- la comenzó a escuchar con cortesía primero y verdadero deleite después…
Al terminar la canción todos aplaudimos satisfechos. Y Hugo sentenció: A Chabuca no hay que entenderla sino sólo quererla…
https://cronicasdelsiglopasado . blogspot . com/2012/12/chabuca-granda-y-chile-de-pinochet-1977.html
Chabuca Granda: la misa criolla que estrenó en la iglesia San Francisco en tiempos de dictadura
Cuenta la leyenda que el pedido le hizo su propia hija Teresa Fuller para su matrimonio. Corría el verano de 1968 y ese fue el reto para la compositora Chabuca Granda: hacer una misa criolla de bodas. En menos de un año lo consiguió.
Trabajó de la mano con Jorge Madueño a quien le entregó la tarea de los arreglos y también acordó con el trío “Los Acordes”, integrado por Lucho González, Ernesto Pollarolo y Julio Poggi, para que se encargaran de la interpretación.
El 16 de enero de 1969 fue el matrimonio de Teresa, su hija, en la parroquia Santa María Magdalena, en Pueblo Libre. Ese fue el estreno familiar y amical de la “Misa criolla de bodas”. Pero el público peruano también quería escucharla. Se entendía que era una misa cantada con las armonías, tonalidades y cadencias de la música criolla costeña.
SAN FRANCISCO ABRIÓ SUS PUERTAS A LA MISA CRIOLLA
“Guitarra llama a cajón”, decía Nicomedes Santa Cruz. Y tenía razón. Ese viernes 6 de junio de 1969, menos de seis meses después de su estreno en la iglesia de Pueblo Libre, y en el día de la jura de la bandera que los militares velasquistas conmemoraron en la plaza Bolognesi, la misa criolla de Chabuca Granda encontraba otro escenario. Sería en un convento colonial, solemne y tradicional.
La noticia en los diarios de la época generó discusión en la población porque no era habitual la guitarra y el cajón y lo criollo en medio de una misa matrimonial en 1969 y en un templo tan tradicional como San Francisco.
La iglesia y convento de San Francisco de Lima había decidido abrir sus puertas para pedir ayuda y reconstruirse en parte. Los hermanos franciscanos sabían a lo que se arriesgaban. Entonces la gente rezó y cantó a la vez, con la sensibilidad de Chabuca Granda en el oído y en los pies, aunque no se podía bailar.
En esa ocasión, se encargó de la presentación la Asociación Artística y Cultural “Jueves” y de la interpretación, esta vez a cinco voces, nuevamente el conjunto “Los Acordes”. La Orden franciscano buscaba mostrar al mundo sus muros deteriorados para salvarlos del olvido y la humedad limeña. El evento reunió a cerca de mil personas, entre diplomáticos, intelectuales, profesionales, todo ellos devotos del criollismo.
La música de la primera parte retumbó en el recinto colonial, dándole luz a las reliquias sacras que, ocultas por mucho tiempo, eran apreciadas por primera vez por tanta gente ajena al lugar. Los hermanos estaban contentos y a la vez nerviosos.
La causa era loable pues todo era por el bien del convento, de aquel patrimonio cultural del país. Con lo recaudado se pudieron restaurar todo los muros y acabar con la restauración de la histórica “Sala Capitular”, con sus cuadros originales de la Escuela Cuzqueña del siglo XVI y el altar barroco.
La hermosa música de Chabuca Granda acompañaba las miradas absortas en el pasado del edificio. Destacó el coro “Jueves” que interpretó cuatro temas musicales a 16 voces. Ya en la segunda parte, se escuchó, entre instrumentos de cuerdas y percusiones, la recordada “Misa criolla de bodas”, propiamente dicha.
El sonoro del Introito y las combinaciones de voces hicieron honor al ingenio y la sensibilidad de la gran Chabuca. El resto de la presentación seguía con rigor el orden de la liturgia.
La misa criolla de Chabuca Granda viajaría a Chile y Colombia con gran éxito, y hasta un disco en este último país marcó su presencia para un público masivo. A lo largo de las siguientes décadas, luego de la muerte de la compositora en 1983, esta pieza se ha vuelto a presentar ocasionalmente en público. Y hoy el LP es considerado una joya de la discografía nacional.
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El siglo de Chabuca Granda: las celebraciones en su honor se mudan a la virtualidad
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‘100 años de Chabuca Granda’: La peruana que inmortalizó la música criolla y afroperuana
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